Capitulo 6 : Aris  

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a cena de Ethan fue breve, se levanto justo cuando ella lo miró y tras darle su acostumbrado beso en la mejilla se dirigió hacia la escalinata:

- Nosotros nos retiramos, estamos exhaustos. Lo dejo en tus manos – eso la hizo sonreír sin despegar sus labios uno del otro, luego un susurro llego al oído. Uno de esos susurros de viento helado que tanto le gustaban y que había insistido en que Ethan aprendiera “algo oculta, lucha bien… demasiado bien”. Ella no se inmutó.

Con el rabo del ojo siguió el movimiento de Kaiser que había decidido llevarse una pierna de cordero por si le daba hambre a media noche. Un pequeño tentempié que a duras penas conseguía llevar en el hocico por su enorme tamaño.

La sala era rectangular del mismo mármol blanco que el resto del castillo. Sin muebles ni adornos más que una enorme chimenea situada a las espaldas de su invitado en uno de los extremos de la larga mesa. Siempre el contrario a su asiento habitual. Dicha chimenea derretía el hielo que se creaba en las paredes de la habitación y precipitaba las gotas al suelo. De ahí la utilidad de la canonada que Aris había mandando construir nada más instalarse en el castillo. Dicha canonada recorría todos los rodapiés de cada pared o muro del castillo recogiendo las aguas de las paredes y llevándolas a fuera para que el suelo estuviera todo lo seco que ese clima permitía. Guardo un incomodo silencio a propósito unos minutos, entonces soltó el tenedor y miro al desconocido:

-A mí no puedes mentirme, de hecho has oído hablar de mí.

-Sí he oído hablar de vos. Pero jamás supe que erais real hasta este instante – no había tardado en responderla y su voz no vibraba ni mostraba temor. “¿De verdad sabes quien soy?”

-Sois un paladín del reino humano y si no me equivoco en demasía – se permitió sonreír con si jamás se equivocase – Vuestro emblema es de la casa de Farinit.

- Sabéis que no os equivocáis mi señora. Me hablaron de vuestra belleza, lo que quedaron muy lejos de llegar a describíos. – “Valiente estúpido” pensó ella, al ver como el caballero intentaba girar el tema con halagos.

Aris se puso en pie y caminando hacia el tan lentamente que a cualquiera le supondría un esfuerzo concentrarte en un paso tan pausado.

- Seguro que escuchasteis historias y os hablaron de otras cosas. Sabréis que no me gusta que me tomen por necia o me mientan – subió su dedo índice a la altura de su nariz como signo de advertencia – Puedo saber si lo hacéis asíque por favor, ahorraos el intento y el bochorno. Qué hacéis tan lejos de casa y por qué os atacaron los guerreros de la Montaña Eterna.

-¿De la montaña? – En verdad parecía sorprendido – ¡OH! Sí claro ya comprendo… sois de los detractores de Iferno, el consejero real y protector de los reinos humanos – Su ego lo había traicionado o quizá fuese honor y patriotismo, pero se estaba dando cuenta hasta el de su gran metedura de pata. Intentaría suavizarlo sin duda. Ella tuvo que ahogar una sonrisa al verlo continuar hablando - Sé que no es un ser agradable sino estas de su lado, aunque sin el jamás habríamos vencido a los gangrel (6). El derrotó a sus líderes incluso al temido Atlante. El resto de monstruos quedaron aislados y fue mucho más fácil derrotarlos. Y para respondeos os diré que solo cumplía ordenes, tenia que restaurar la fortaleza del norte. Acabé mi trabajo y por ello volvía a casa.

“Aish… si hubieras ahorrado el final esa información tan interesante te habría salvado del resto de la noche…” La bruja blanca suspiró profundamente apoyando las palmas de sus manos en la mesa con la cabeza hacia abajo. Estaba tranquilizando su espíritu, unos instantes más:

- Toda esa historia de Iferno y la amistad con su soberano es muy discutible. querido…- ese querido sonó tan agudo como un puñal- Pero ahora no es el momento. Te lo preguntare solo una… una vez más.

Tristani intentó replicar pero el dedo vertical de la dueña del castillo volvió a erguirse ahora estaba contra sus labios pidiéndole silencio.

-Tristani ¿qué hacías en la fortaleza del norte, tan secreto que ni el miedo que ahora sientes ni el respeto por una dama te dejan explicar?

Pasaron unos segundos hasta que el comenzó a hablar. Ella seguía mirando el tablero de la mesa.

- Ya se lo dije mi señora… el rey me mando restaurar la for…

No pudo seguir pues las llamas de las velas comenzaron a vibrar encima de la mesa. El fuego de la chimenea atizaba con muchísima fuerza azotado por un viento que había aparecido de la nada. Tanto calentaba ahora dicho fuego que las paredes dejaban resbalar todo el hielo derretido. Las canonadas no daban abasto para canalizar toda el agua acumulada. Aris se irguió de nuevo mirándolo y sus manos dieron una palmada con seco sonido. Las gotas de agua se levantaron de suelo quedando suspendidas por cada rincón de la habitación. Como pequeños diamantes brillaban reflejando las llamas de la chimenea inmóviles como si el tiempo se hubiera parado para ellas.

- ¡No me mientas humano! – la melodiosa voz anterior cambió radicalmente, era un grito de ultratumba grave y con ecos- Dime que te ordenaron hacer, qué es lo que has prometido ocultar y por qué lo están buscando los que te atacaron no creo en el azar ni en la casualidad.

Los ojos de Aris no eran azules sino blancos y estaban clavados en Tristani que parecía sentir autentico miedo pero eso a ella no le importaba ya lo más mínimo. Estaba apunto de comenzar a hablar, lo presentía.

- El día que gané mi cuarta victoria, el Rey me llamó a la gran sala, me dijo que al igual que mi padre yo tenía una tarea encomendada. No lo supe hasta entonces. El viejo rey Wojo me dio un cofre que me resultaba familiar. En mi infancia había estado siempre en el despacho de padre. Cuando nos mudamos de casa pasó a uno de los desvanes. Jamás le dí importancia, al morir mi padre no lo vi más. Mi Rey visitó a mi predecesor en su lecho de muerte, eran buenos amigos, quizás se lo llevó o devolvió si es que era suyo. Es un tesoro de mi Rey, señora. – lo veía temblar no creía que fuera ya por miedo sino por la falta a su honor que había cometido – Es un encargo y puesto que soy digno de llevarlo a cabo daré mi vida si es necesario para cumplirlo.

Aris estaba más calmada a medida que avanzaba el relato y las gotas de agua habían dejado de levitar en la habitación.

- ¿Has abierto el cofre?

Ahora lo vio enfadado, le resultó extraño que no se hubiera enfrentado a ella antes más que ahora que había osado insinuar que si sabia lo que contenía en su interior.

- No, sería una falta de respeto hacia mi señor y no podría cargar con esa vergüenza el resto de mi vida. Es lo que se me ha enseñado desde pequeño. No tendré riquezas señora… pero uno es un caballero.

-Tranquilizaos, era una pregunta necesaria – Bebió un poco mas de su copa y pronunció unas palabras más – Siento si me puse algo… tosca antes.- Sonrío abiertamente.

Capitulo 5: Tristani  

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ristani se percató de las dudas del muchacho y de cómo miraba sus pertenencias.

-¿Te gusta mi escudo eh? – Añadió con pericia- Lo encontré en la fortaleza abandonada. Tú… eres muy joven para luchar así. Y muy fuerte.- Sintió como el brazo le dio una punzada y se lo agarró con fuerza recostándose en la poca hierba que había en el paso.

- Creo que deberías volver al castillo con nosotros, a ella no le hará maldita la gracia, pero no puedes seguir el camino en ese estado.- Las palabras de Ethan le llegaban frías pero aún así su tono era cortés – Necesitas curas sen el brazo o acabara infectado. Por cierto, soy Ethan y el es Kaiser.

“Tiene razón no podré llegar a las ciudades humanas en este estado y dudo mucho que este chico sea humano asíque su castillo puede no ser seguro, quién demonios tiene un castillo aquí” A duras penas y en contra de su voluntad, Tristani acabó por aceptar la hospitalidad del joven Hyphire y casi en silencio llegaron alas puertas del Castillo de Cristal. Realmente hacía honor a su hombre pensó el hombre temiendo manchar los suelos con el rastro carmín que iba dejando. “Su grandeza aumenta a casa paso que damos hacia el. Esa puerta tiene que medir más de dos hombres. Será infranqueable una vez entre…” Entonces algo llamó su atención. Ya era sorprendente que el muchacho llevara un tigre enorme de acompañante si es que eso era un tigre igual que el no parecía un humano. A cada lado de los paños de la puerta había otros idénticos a Kaiser, inmóviles que de no ser porque el viento mecía su pelo Tristani habría jurado que eran estatuas.

Vio como Ethan hacia una reverencia en el rellano de la entrada y los enormes felinos respondieron con otra. Tristani jamás había visto unos seres así y recordó como un destello viejas historias de su mentor. Siempre había dudado de la veracidad de dichos cuentos. El castillo no le daba muy buena espina. Su cabeza iba deprisa, un castillo así, sería morada de alguien importante. Alguien con una guardia o una guarnición completa al juzgar por el tamaño. Posiblemente lo reconocería y sin duda tendría problemas. Por otra parte, podría ser que no fueran ni se codearan con humanos, cosa que lo inquietaba bastante. Había muchas leyendas sobre seres antiguos que hacia miles de años que no se han vuelto a ver. También estaba el dato que Tristani no había visto alma viviente hacia leguas aparte de los atacantes y sus nuevos amigos. Y ni unos ni otros pertenecían a dicha zona cubierta de hielo y nieve.

Debía parecer nervioso pues hasta le pareció que la voz del chico sonó condescendiente al comentarle que allí solo vivían su amiga, el y los “gatitos”. “Solo quería ver mi reacción”. No articuló gesto alguno.

Caminaron por el pasillo del recibidor y se deslizaron por las cocinas hasta uno de los salones donde solían cenar juntos.

- ¿Y dices que vivís solos los dos en este castillo tan enorme? Tu amiga debe ser alguien noble o de alta cuna para tener una fortaleza así… creo yo.

Vio como la mirada de Ethan se clavó en el curiosa y asentía a cada pregunta que el hacía con sumo cuidado y escogiéndolas con delicadeza. Y pudo fijarse en que al chico le sudaban las manos. “Vaya… después de todo hay alguien mas nervioso que yo en este momento… ¿qué temerá?”

-Aris…- saludó el muchacho al llegar al salón, pero no había nadie- Aris baja, tenemos un invitado y está herido- ahora había alzado un poco más la voz. No era aguda como la de un niño pero no llegaba a hombre. Tristani no le habría dado más de dieciséis veranos.

En ese momento la señora de la casa descendía por las escaleras lentamente. La encontró realmente preciosa. Su cabello casi blanco recogido en esa larguísima trenza, sus elegantes ropajes muy ceñidos, comparados con los que había visto en los reinos humanos. Era como si incluso la seda de ese traje quisiera abrazarla, a esa piel nacarada. “Menudas chorradas piensas” Se recriminó en un instante cuando incluso sacudió su cabeza pues no sabía si la cara que llevaba era algo vergonzosa y embelesada.

-Bienvenido sea entonces guerrero, sentémonos y comamos algo pues ese torniquete en el brazo puede esperar. Necesitáis entrar en calor y alimento.

Tristani escuchó como el joven Ethan narró a su amiga durante la cena todo lo acontecido. Ahora si veía el lado infantil de este, totalmente oculto cuando tenía un arma en la mano aunque se tratase de una simple roca. Entonces tuvo otro relámpago de recuerdos como el de los guerols en la entrada. “Una bruja blanca, cuyo poder es inmenso que hace siglos ayudaba a los hombres enloqueció unos la creen muerta otros congelada en su casa de hielo. Hacía siglos que nadie la vio…” Sí era ella sin duda no tardaría en descubrirlo.

La veía tan tranquila en ese gran sillón alejada lo máximo de la hoguera que daba calor e iluminaba la estancia. Le hacia preguntas al muchacho y acariciaba a Kaiser con una dulzura y un primor que cualquiera habría jurado que era una muñeca preciosa mas que una bruja poderosa. “Solo son cuentos… cuentos de viejos chiflados”.

Entonces comenzó a percatarse del tipo de preguntas que hacía. Preguntó sobre atuendos de los seres, preguntó sobre el paso y hacia donde iban y venían las huellas que había en la nieve, incluso sobre el olor que arrastraba el viento o hacia que lado apuntaban las sombras de cada uno cuando Ethan llegó al lugar. A Tristani le pareció que no eran preguntas de una dama tonta y descerebrada y pudo comprobar como el jovial y sonriente Ethan se había fijado hasta en el tipo de musgo y el liquen de cada roca… quizás no tanto pero su mente lo exageró con ironía así.

Aris lo estaba mirando fijamente, sus ojos eran muy claros. Con una forma bonita pero daba la impresión de ocultar algo.

-Bien, no se me ocurre como unos cuantos Jogans con lo inútiles que son han conseguido llegar tan lejos de casa – Bebió un trago elegantemente de su copa de cristal con el fino meñique levantado – aún menos porque parecían dirigirse al norte.

Le sonrió y el se puso nervioso.


Capitulo 4: Ethan  

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n el norte de Tahedib, el Sol salía como cada mañana reflejándose en cada uno de los picos de hielo. Sus rayos rebotan una y otra vez hasta alumbrar todos los rincones del reino. Comenzaba otra primavera que derretiría el hielo más débil pues nunca hace suficiente calor en estas tierras como para acabar con todo.

Ethan se desperezaba con la ayuda de su guerols, un felino blanco de dimensiones enormes ronroneaba a los pies de su cama intentando despertar a su amo.

- Buenos días, Kaiser – dijo el chico sacándose una gruesa piel de oso encima. Temblaba y renegaba con la cabeza se decía así mismo que no sería capaz de acostumbrarse al frío de este lugar. Se echó agua en la cara y apoyo las manos en la pila asimilando otro escalofrío aún más largo – Nunca está caliente, esta bruja nos acabará congelando.

Sonrió a Kaiser que estaba a su costado intentando darle algo de calor.

Como cada mañana hacia nueve años ambos salieron de la habitación recorriendo los blancos pasillos del Castillo de Cristal. La decoración era bastante inexistente pero tanto les daba, no les hacían falta según que cosas materiales. Ahora solo una cosa era importante, pues sabían que les esperaba un suculento desayuno en el salón. Ethan se sentó en la barandilla de las escaleras dejándose caer como un gran tobogán hasta el primer piso. Entraron al salón y allí estaba la bruja de la nieve, con su larga trenza y su vestido de raso blanco de finos tirantes desayunando café con hielo en el que mojaba delicadamente unas pequeñas galletas.

-Buenos días Ethan, Kaiser… Espero que hayáis dormido bien. La primavera vuelve y creo que os gustará saber que podéis volver a salir a jugar fuera. Esta noche las hordas y yo lo pasamos muy bien de nuestro ultima noche invernal – la vio suspirar y lanzar unas bandejas de mármol que resbalaban por la humedad del la mesa de piedra hasta que el las detuvo y cogió algo de leche templada y carne asada.

-Por fin… algo a una temperatura razonable – mostró una sonrisa a Aris y comenzó a comer – Supongo… - Tragó con ganas y bebió para bajar el nudo que la carne le hacia- que te iras a dormir, de verdad que no te entiendo, vives casi de noche con ese vestido sin mangas… Yo llevo pieles de oso por capa y ropas de lana gruesas y sigo teniendo frío. Un frío que solo mitigo cuando salgo con Kaiser a entrenar o correr. Eres realmente extraña.

- ¿Y quién no lo es joven Ethan? Supongo que es porque a los quince años la gente se sorprende más fácilmente. Yo ya no lo recuerdo – La vio acabarse el café y se despidió del muchacho deseándole un buen día.

Desde hacía un par de años Aris había dejado de entrenar con Ethan al que adoptó por recomendación de Ghonn para adiestrarlo. El sentía más bien que era su cautivo con honores. Desde entonces vivía cuando ella dormía. Para la bruja igual era un alivio pensaba el, por su parte era algo triste. Sentía soledad pues le quedaba Kaiser y algún guerols más de las hordas de Aris que tuviera insomnio esa mañana o le tocara hacer la guardia por el castillo.

El joven aprendiz deseaba volver a tierras calidas y ver mundo. Apenas recordaba nada de el. Aris siempre le decía que no era el momento, que tuviese paciencia, él sabía que dependía de Ghonn. Y llegaba a cuestionarse si el viejo mago se acordaba que había dejado a un niño de seis años en un castillo de mármol blanco casi congelado en el lugar mas apartado de Tahedib.

Terminaron el desayuno con algunos arandanos de los que la bruja guardaba para ella y se apresuraron a salir, el Sol volvía al reino y eso significaba que podrían volver a salir a cazar y jugar alrededor del castillo. Y como no, su pasatiempo favorito: Encontrar tesoros. Tenían un cofre lleno de los encontrados en la habitación de Ethan, una bota vieja, un escudo abollado de algún guerrero del ejercito humano, un par de piedras bonitas y el que más le gusta a Ethan una espada oxidada por el hielo con la empuñadura de fauces de dragón.

Ethan era un hyphire. Y tras un invierno duro en el castillo lo que más deseaba era extender sus alas y que el viento le acariciase la cara. Aunque dicho viento estuviese helado.

Pasaron el día corriendo y volando por la nieve. Cazaron un alce que asaron y comieron en un pequeño valle a los pies del Gran Desfiladero de las Drabas. Y entonces fue el comienzo del cambio para Ethan.

Se encontraban echando una pequeña siesta en uno de los pocos trozos secos que pudieron encontrar pues la nieve aún cubría la mayor parte del terreno. Un ruido metálico los despertó. Al principio se dijo que eran sus propios sueños que ya lo estaban desquiciando. Eran espadas, estaba seguro. Cuando abrió los ojos Kaiser ya estaba en pie con las orejas de punta mirando hacía el interior del desfiladero. La curiosidad de ver gente lo llevó a seguí el sonido, no pensó en el peligro ni en que podría pasarle. Solo pensó que por una vez en muchos años vería a alguien que no era Aris, Kaiser o Ghonn e Ivor que hacia cuatro años que no volvían a verlos.

“Ellos no tienen porque verme a mí” se dijo para convencerse de que podía ir a mirar.

Era una patrulla de Jogans (5) intentando reducir a un hombre o eso le pareció. Luchaba bien, se defendía con fiereza contra siete monstruos como aquellos. Eran una masa de músculos recubierta de escamas verdosas y marrones, el rostro era similar a un humano pero de rasgos mucho mas rudos sin pelo y sus colmillos similares a los jabalís los hacían tener un aspecto feroz. El los recordó enseguida del tiempo que pasó en su infancia en la Montaña Eterna retenido junto con Ivor. Sabía que no eran muy despiertos de mente pero si fuertes.

Solo bastó un cruce de mirada con Kaiser para que ambos se lanzaran desde detrás de la roca que estaban a ayudar al desconocido. No llevaban armas, Kaiser se bastaba con sus garras. Ethan recurrió a las piedras puntiagudas del suelo del Gran Desfiladero. La distracción que su entrada supuso un respiro mas que considerable al guerrero y uno a uno fueron cayendo heridos o muertos los apestosos seres. Su olor siempre repugnó a Ethan.

Mientras recuperaban el aliento se dio cuenta que tenia un costado dolorido por una de las mazas de sus contrincantes y cuando miró al extranjero vio que sangraba de un brazo casi a la altura del hombro. Lo vio famélico como si hubiese sido mas fornido pero ahora estuviera desmejorado. La barba la llevaba descuidada y el pelo negro enmarañado.

-Me llamo Tristani, me disponía a volver al valle de Xaním cuando me asaltaron para robarme lo poco que tengo- el hombre señaló el escudo y la espada que portaba.

“Miente” pensó Ethan.


Cápitulo 3: Ghonn  

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ferno intentó conseguir el apoyo de los alados inútilmente, fue Crono en quien ellos confiaron, tenían afinidad con el… vivían en los mismo dominios. Allá más al sur de donde vive ahora, en una cueva similar pero ya sepultada en el acido como los reinos de los dragones que bastos y yermos…Solo le bastó usar su lengua envesada proponiéndoles un trato. Basado casi en su totalidad en protección hacia ellos. Son capaces de arrasar poblados enteros pero no son invencibles. Y sus preciadas gemas de la columna vertebral… fueron muy codiciadas. –Estaba agotado llevaba días sin descansar con demasiadas tareas pendientes, mañana deberían partir aunque ella aún no lo sabía, no era el momento – Acortaremos el relato pues no pretendo darte una clase de anatomía draconiana y debemos descansar.

Ghonn sabía que a Ivor no le habría importado, todo conocimiento la fascinaba. Sobretodo lo que no había visto y desconocía la deslumbraba aún más. Ella siempre le hizo hincapié en que si los hyphires poseían esas alas invisibles para todo el mundo excepto para los de su raza… o para seres que establecían un gran vinculo con ellos y eran alas de escamas como las que narraban los cuentos de dragones. En su isla las había de muchos colores como los que Ghonn le había explicado. Ahora que la joven muchacha sabía todo eso, no habría quien la disuadiera que tuviera parentesco con aquellos seres.

-Las gemas las tienen al nacer, pero a la madurez las expulsan y entonces dejan de obedecer a sus progenitores para disponer de su libertad. Quien encuentre cinco que no todas son iguales… y las coloque en su lomo. Acertando a no repetir ninguna de ellas. Tarea te aseguro extremadamente ardua, podrá controlar al dragón, anulando su voluntad que no su libre pensamiento. Iferno siempre creyó y pienso que aún cree… que Crono devolvió las cinco gemas al Gran Dragón Rojo. Le regaló su eterna libertad… ¿Comprendes? - El mago esperó el asentimiento de la muchacha pues la veía petrificada en aquel asiento su cara de preocupación estaba mermada incluso Ghonn habría asegurado que estaba disfrutando con el relato, cosa que no lo sorprendería viniendo de ella – Además de ello los dragones pidieron un pacto de no agresión. Y lo cierto es que no sabremos jamás que hizo entrar en razón a Grauh el gran dragón rojo… queda entre ellos dos. Crono siempre fue muy misterioso para sus asuntos.

“Muchos perecieron igualmente, más de la cuenta. Maldita sea no tuvimos más tiempo” Tenía esos pensamientos y sentimientos a diario. Se daba una explicación tras otra de cómo fue inevitable. Se aseguraba que no habría habido otra solución tan masiva y multitudinaria. Sus ojos volvían a estar húmedos.

-Entonces… todo eso pasó. Así salvasteis Tahedib. Por qué el secretismo. Por qué las mentiras. Incluso a mí… - Ghonn sabía que ella estaba defraudada. Había traicionado su confianza. Pero dio su palabra y no tenía derecho a romper el silencio que el había pedido a todos los integrantes del grupo que hizo esa tarea de rescate. “A los pocos que sobrevivieron”. Se martilleó y culpó una vez más.

-Era mejor así – Habría deseado dejar la explicación ahí pues una cosa eran contar hechos y otra explicar por qué había tomado esta u otra decisión eso ya no le resultaba sencillo pero era ella. Su pequeña aprendiz y su amiga- Nadie tendría curiosidad, no entrarían al subsuelo para poner en peligro sus vidas o la seguridad de la instalación. Muchos dragones murieron en el intento. Otros se convirtieron en piedra para descansar pues su energía llegó a un límite muy crítico. Los golems casi se extinguen pero tuvieron más suerte años después. Las estatuas del norte y del sur son ellos. El Gran Señor Rojo y la Dama de los Celestes. Si sobrevivieron más no se les ha vuelto a ver. Aunque leyendas surgieron y algún descerebrado diga que los vio e intentó cazarlos.

- ¿Té? – dijo la muchacha sirviendo de la tetera que aún conservaba levemente el calor cerca del fuego. El asintió y sorbió la taza de madera que le había acercado.

- El resto de los problemas era menor: juntar al mayor número de gente en el centro de Xaním, el punto más alejado del océano. Las tropas de Iferno se encargaron de ayudarlos – Sabía la cara que pondría e hizo hincapié pues es justo reconocerle el merito ante todo era uno de los cuatro o lo fue en esos momentos – Sí, te lo aseguro ayudó mucho tanto como cualquier otro.- “Aunque sus motivos tendría, no lo dudo ni un momento”- No es que sea noble… ya lo sabes, pero si no tiene un mundo que dominar qué seria de el. Además no le gusta perder aunque sea contra la propia Naturaleza. La empezaría a odiar más que a mí- ambos rieron y pareció por un instante que el tiempo no había pasado y que nunca ella se había marchado.

Ghonn la miró con ternura un instante y prosiguió:

- Aris se encargó del importante problema del agua, magnifica a mi criterio. La mayor parte de los ríos y los lagos sucumbirían pues se encontraban en las zonas mas bajas del continente. Esto me atormentó noches y noches. Ella me propuso la solución cuando se lo comenté como si fuese algo sin importancia no tardo ni dos pestañeos en pensarlo. Congelaría con los guerols el mayor número de hectáreas posibles del montañoso norte. Estas serían derretidas en la primavera próxima para la cual faltaban unas 3 lunas completas así se formarían nuevos ríos y lagos – Todo cambio mucho en esos años, apenas recordaba donde se situaban antes los ríos ni conseguía recordar con claridad mas que en leves imágenes a los habitantes de las zonas bajas o los pescadores de las bahías de antes del Clismo… quizás su mente lo bloqueaba para evitar dolor y culpabilidad. “quiero recordar no quiero olvidar nada…”

- Iferno estaba inquieto y se sentía molesto por no se el líder o aportar algo y quizás esa inquietud nos hizo salvar a mucha mas gente. La idea de colocar columnas en forma de espiral en vez de cuadriculas nos permitió mantener elevado tres veces más superficie de terreno. Siempre pensé que fue un genio muy inteligente aunque el crea que lo catalogo de inútil no es así. Cuando llegó el Tercer Clismo los terremotos eran tan fuertes que la tierra se abría separando a trozos el continente. El acido engullía los pequeños y dejaba a la deriva otros. Aún no sabemos si aparte de la nueva Tahedib sobrevivió algo más a flote aparte de Las Peñas del norte, los Islotes Blancos y tú Lileandhil, tu gran isla natal. Ojala podamos averiguarlo y sea así…

El gran mago bajo la cabeza e intentó que esas imágenes se ocultaran de nuevo en su memoria y no atormentaran de nuevo. Al menos mientras ella estuviera allí. Ahora tenían cosas que hacer y averiguar. No era el momento de apesadumbrarse.

- Eres viejísimo entonces…- ella se había puesto en pie y le dejo la mano sobre el hombro a modo de apoyo. No necesitaba muchas palabras con el. Ambos lo sabían. Su tacto lo hizo sentir bien y la frase no pudo sino dejarlo atónito haciendo que riera sonoramente. Acción casi nada frecuente en el, su rostro esbozaba medias sonrisas a lo sumo. – Pero cómo empezó a hundirse, Tahedid cuan grande era, si están las columnas cómo esta volviendo a pasar, es lo mismo dime que no es lo mismo…

- No sé cómo fue querida – había notado como ella se empezaba a poner nerviosa por la variación de su tono de voz a cada pregunta era más aguda. Ghonn se puso en pie y la miró a los ojos con semblante sereno – Tranquila, desde que tengo uso de razón ese mar de acido rodeo Tahedib. Me disponía a viajar al Sur a ver a Crono, analizar la situación cuando irrumpiste aquí como una loca y sin avisar, típico de ti. Además sin saber nada del asunto mas lo que traías por noticia. Tu dramatismo es fascinante. – Le encantaba enfatizar los defectos de ella pues empezaba a dejar caer los parpados escéptica con cada comentario y aquello lo divertía sobremanera – Las columnas no pueden fallar, según nuestros cálculos durarían miles de años siendo reforzadas cada cierto tiempo. Ese tiempo no ha llegado. Debe ser otra cosa, o nada más que movimiento de tierras. En estos tres mil años me alarme inútilmente varias veces. Jamás fue nada grave. Ahora vayamos a descansar. Mañana nos pondremos en marcha. Si te apetece acompañarme…

Dama de noche  

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n la infancia de las flores, mi alma alada y herida.
cementerio de besos, aún con fuego en las rocas.
La ternura, apenas comenzaba con agua.
Hice retroceder la muralla de sombras:
" la noche está estrellada y tiritan azules, los astros en la lejanía"

Mi alma baila dañada con las chispas del fuego.
Muerdes mis esperanzas, ahogas lamentos
se te viene de bruces la noche,
quién quieres ser?

Juegas cada día con el brillo del universo.
De pronto aullas... pero no cierras la ventana.
Detrás de las montañas desnudas
blancos lirios danzan juntos.

Quién escribe tu nombre con letra de humo,
entre las estrellas del cian?


Viento de verano  

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u voz misteriosa, la oscuridad tiñe y dobla
en el atardecer muriendo!
En horas profundas he visto
doblarse arboles en la boca del viento.
Innumerable corazón de aire
latiendo sobre nuestro silencio afirmativo.
Se rompe y se sumerge en su tono alto
combatido en el quicio de la puerta del verano.
Pendiente, cascabel ebrio
para tu cabello suave como mis manos.
Culpable de mi juego sangriento
huyendo de mi oscura guarida.
Trepando en mi el Sol como la yedra.

Más que mías son tuyas
las que fueron mis lejanas palabras.
Ahora quiero:
que digan lo que quiero decirte
,
para que tu oigas como quiero que me escuches.
El viento de la angustia aún arrastra,
huracanes de sueños aún me tumban.
Ebrias de trementina y besos
voy dura de pasiones...
Tiembla en la noche húmedo mi vestido
de modo heroico dividido en mis remiendos.

Nadie nos vio con las manos unidas...
mientras el ocaso azul caía sobre el mundo.
Entonces, dónde estabas?
Siempre te alejas en las noches
donde el crepúsculo corre buscando estatuas.

Tu recuerdo es mi luz,
de humo de estanque en calma!

Más allá de tus ojos ardían los mios.
Hojas secas de otoño,
giraban entorno tu alma.

Laberinto de vidas  

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o tengas miedo de morder la manzana y disfrutar su sabor, pues tras el castigo del sueño siempre te despiertan con un beso. Y aunque te creas encogido y marchito cual flor, pronto serás cisne… no te preocupes todos en algún momento como ese patito gris y desgarbado. Alguien mirara en tu interior como jamás nadie ha mirado y en sus ojos serás ese gran y bello animal alado. Podría ser ese hada que entregara un corazón de verdad para que dejes de sentirte un muñeco de madera. Podré darte una pluma negra de vestido de cuervo. Con ella volarás sin miedo y sin rumbo a cualquier rincón. Pues aunque el bosque arda y ayudemos a huir hasta el ultimo miembro de nuestra manada… renacerá como cada primavera bajo tus pies. Yo lo haré renacer. Pero no me pidas que siempre sea princesa… pues seguro que cuando acabe el hechizo volveré a ser una niña harapienta sentada en una calabaza. Recupera para mí ese zapato. No le cabe a nadie mas… nadie más encaja en ese zapatito de cristal… Si lo aceptas, iremos juntos tras el conejo blanco, jugaremos a las cartas y te enseñaré a pintar las rosas. No creas lo que dice ese gato mentiroso… solo pretende alejarte de mí con sus sonrisas traicioneras y dando la vuelta a una sonrisa perversa. Ese es mi pensamiento alegre una sonrisa perversa dibujada, con dos dedos estirada, con el que puedo llegar a nuestro árbol. Con mi familia de niños perdidos. Todos ellos que jamás marcharan. Un hada pequeña a la que debes hacer palmas para que no desfallezca. Pequeño golfo vagabundo… un callejero que puede ser feliz compartiendo una cena a la luz de la Luna. Y luego recorreremos un lago flotando tumbada en tu pecho para no mojarme. Buscando lo más vital no más… pues el resto puede sobrar. Robaremos sueños a los ricos para repartirlos entre los pobres. Podré enseñarte los nombres de una caracola y como peino mis rizos con un tenedor. Venceremos a dragones y enfermedades… juntos podríamos hasta arrancar la espada en la piedra atrapada. Sería una gran vida es la que yo deseo. Y poder llegar a los tres enamoramientos de la felicidad. El primero de la niñez, el segundo te da la mano por el mundo de sueños que es la vida… el tercero te da fuerzas para la mortaja. Los que tienen una suerte ven esos dos últimos en el mismo rostro, otra suerte no querría. No es mucho lo que ofrezco… pero es todo lo que tengo.