Capitulo 6 : Aris  

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a cena de Ethan fue breve, se levanto justo cuando ella lo miró y tras darle su acostumbrado beso en la mejilla se dirigió hacia la escalinata:

- Nosotros nos retiramos, estamos exhaustos. Lo dejo en tus manos – eso la hizo sonreír sin despegar sus labios uno del otro, luego un susurro llego al oído. Uno de esos susurros de viento helado que tanto le gustaban y que había insistido en que Ethan aprendiera “algo oculta, lucha bien… demasiado bien”. Ella no se inmutó.

Con el rabo del ojo siguió el movimiento de Kaiser que había decidido llevarse una pierna de cordero por si le daba hambre a media noche. Un pequeño tentempié que a duras penas conseguía llevar en el hocico por su enorme tamaño.

La sala era rectangular del mismo mármol blanco que el resto del castillo. Sin muebles ni adornos más que una enorme chimenea situada a las espaldas de su invitado en uno de los extremos de la larga mesa. Siempre el contrario a su asiento habitual. Dicha chimenea derretía el hielo que se creaba en las paredes de la habitación y precipitaba las gotas al suelo. De ahí la utilidad de la canonada que Aris había mandando construir nada más instalarse en el castillo. Dicha canonada recorría todos los rodapiés de cada pared o muro del castillo recogiendo las aguas de las paredes y llevándolas a fuera para que el suelo estuviera todo lo seco que ese clima permitía. Guardo un incomodo silencio a propósito unos minutos, entonces soltó el tenedor y miro al desconocido:

-A mí no puedes mentirme, de hecho has oído hablar de mí.

-Sí he oído hablar de vos. Pero jamás supe que erais real hasta este instante – no había tardado en responderla y su voz no vibraba ni mostraba temor. “¿De verdad sabes quien soy?”

-Sois un paladín del reino humano y si no me equivoco en demasía – se permitió sonreír con si jamás se equivocase – Vuestro emblema es de la casa de Farinit.

- Sabéis que no os equivocáis mi señora. Me hablaron de vuestra belleza, lo que quedaron muy lejos de llegar a describíos. – “Valiente estúpido” pensó ella, al ver como el caballero intentaba girar el tema con halagos.

Aris se puso en pie y caminando hacia el tan lentamente que a cualquiera le supondría un esfuerzo concentrarte en un paso tan pausado.

- Seguro que escuchasteis historias y os hablaron de otras cosas. Sabréis que no me gusta que me tomen por necia o me mientan – subió su dedo índice a la altura de su nariz como signo de advertencia – Puedo saber si lo hacéis asíque por favor, ahorraos el intento y el bochorno. Qué hacéis tan lejos de casa y por qué os atacaron los guerreros de la Montaña Eterna.

-¿De la montaña? – En verdad parecía sorprendido – ¡OH! Sí claro ya comprendo… sois de los detractores de Iferno, el consejero real y protector de los reinos humanos – Su ego lo había traicionado o quizá fuese honor y patriotismo, pero se estaba dando cuenta hasta el de su gran metedura de pata. Intentaría suavizarlo sin duda. Ella tuvo que ahogar una sonrisa al verlo continuar hablando - Sé que no es un ser agradable sino estas de su lado, aunque sin el jamás habríamos vencido a los gangrel (6). El derrotó a sus líderes incluso al temido Atlante. El resto de monstruos quedaron aislados y fue mucho más fácil derrotarlos. Y para respondeos os diré que solo cumplía ordenes, tenia que restaurar la fortaleza del norte. Acabé mi trabajo y por ello volvía a casa.

“Aish… si hubieras ahorrado el final esa información tan interesante te habría salvado del resto de la noche…” La bruja blanca suspiró profundamente apoyando las palmas de sus manos en la mesa con la cabeza hacia abajo. Estaba tranquilizando su espíritu, unos instantes más:

- Toda esa historia de Iferno y la amistad con su soberano es muy discutible. querido…- ese querido sonó tan agudo como un puñal- Pero ahora no es el momento. Te lo preguntare solo una… una vez más.

Tristani intentó replicar pero el dedo vertical de la dueña del castillo volvió a erguirse ahora estaba contra sus labios pidiéndole silencio.

-Tristani ¿qué hacías en la fortaleza del norte, tan secreto que ni el miedo que ahora sientes ni el respeto por una dama te dejan explicar?

Pasaron unos segundos hasta que el comenzó a hablar. Ella seguía mirando el tablero de la mesa.

- Ya se lo dije mi señora… el rey me mando restaurar la for…

No pudo seguir pues las llamas de las velas comenzaron a vibrar encima de la mesa. El fuego de la chimenea atizaba con muchísima fuerza azotado por un viento que había aparecido de la nada. Tanto calentaba ahora dicho fuego que las paredes dejaban resbalar todo el hielo derretido. Las canonadas no daban abasto para canalizar toda el agua acumulada. Aris se irguió de nuevo mirándolo y sus manos dieron una palmada con seco sonido. Las gotas de agua se levantaron de suelo quedando suspendidas por cada rincón de la habitación. Como pequeños diamantes brillaban reflejando las llamas de la chimenea inmóviles como si el tiempo se hubiera parado para ellas.

- ¡No me mientas humano! – la melodiosa voz anterior cambió radicalmente, era un grito de ultratumba grave y con ecos- Dime que te ordenaron hacer, qué es lo que has prometido ocultar y por qué lo están buscando los que te atacaron no creo en el azar ni en la casualidad.

Los ojos de Aris no eran azules sino blancos y estaban clavados en Tristani que parecía sentir autentico miedo pero eso a ella no le importaba ya lo más mínimo. Estaba apunto de comenzar a hablar, lo presentía.

- El día que gané mi cuarta victoria, el Rey me llamó a la gran sala, me dijo que al igual que mi padre yo tenía una tarea encomendada. No lo supe hasta entonces. El viejo rey Wojo me dio un cofre que me resultaba familiar. En mi infancia había estado siempre en el despacho de padre. Cuando nos mudamos de casa pasó a uno de los desvanes. Jamás le dí importancia, al morir mi padre no lo vi más. Mi Rey visitó a mi predecesor en su lecho de muerte, eran buenos amigos, quizás se lo llevó o devolvió si es que era suyo. Es un tesoro de mi Rey, señora. – lo veía temblar no creía que fuera ya por miedo sino por la falta a su honor que había cometido – Es un encargo y puesto que soy digno de llevarlo a cabo daré mi vida si es necesario para cumplirlo.

Aris estaba más calmada a medida que avanzaba el relato y las gotas de agua habían dejado de levitar en la habitación.

- ¿Has abierto el cofre?

Ahora lo vio enfadado, le resultó extraño que no se hubiera enfrentado a ella antes más que ahora que había osado insinuar que si sabia lo que contenía en su interior.

- No, sería una falta de respeto hacia mi señor y no podría cargar con esa vergüenza el resto de mi vida. Es lo que se me ha enseñado desde pequeño. No tendré riquezas señora… pero uno es un caballero.

-Tranquilizaos, era una pregunta necesaria – Bebió un poco mas de su copa y pronunció unas palabras más – Siento si me puse algo… tosca antes.- Sonrío abiertamente.

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2 comentarios

Esto avanza muy bien, mucho mas claro. Me encanta Aris jajaja. Esta genial nena, esperando los siguientes ^^. :****

21 de enero de 2009, 8:00

Sois clavaditas. Igual de misteriosas,igual de guapas.

Siento estar muy ausente. Pero que sepas que me voy pasando de vez en cuando por aqui,para leerte un poquito. Besos.

28 de marzo de 2009, 6:37

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