Cápitulo 2: Ivor  

Posted by Hyphire in


ntonces fue eso… - estaba tan alterada que se agarró al friso de la ventana para soportarlo- Así… salvasteis Tahedib. Por qué lo mantenéis en secreto. La gente tiene derecho a conocer su pasado… Nunca me dijiste nada… ni a mí.

-Era mejor así, nadie tendría curiosidad, nadie intentaría entrar al subsuelo. Casi todos los dragones perecieron en el intento, creemos que solo dos se salvaron y quedaron mal heridos. Las estatuas del Norte-Dragón y del Sur-Dragón son ellos. Descansan por su trabajo. – Lo contaba resignado o eso le parecía. Pero a ella no le bastaba. Tantos años allí. Lo idolatraba y le había mentido. O pero aún: no había confiado en ella.

Ella seguía mirando el patio del castillo tras la cristalera, era de noche. Una noche despejada y calurosa. Escuchaba a su maestro.

-Lo que has presenciado es la reunión que tuvimos los cuatro, para intentar resolver aquello que acontecía. Como has oído en los cuentos y cánticos de los ancianos, no fue siempre así nuestra geografía. Antes y te hablo de unos tres mil y tantos otros años… - lo vio en el espejo azuzarse los bigotes, eso solo lo hacía cuando estaba nervioso y preocupado. No era a menudo. Ghonn seguía hablando con la muchacha – Tahedib conocido, era mucho más grande que ahora. Se perdió más de un tercio del terreno. Reinos y reinos sucumbieron. Solo la parte más alta de unas pocas islas se mantuvo a flote. Como la tuya… Lileandhil (4). Y digo conocido pues el océano de acido que nos rodea no permite que exploremos más que lo que los seres alados aguantan en vuelo. Pues ya sabes que ningún barco conocido ha mantenido el flote demasiado tiempo. Ya fuese de madera robusta, ni siquiera el acero élfico. Tras unas horas no es más que un colador apunto de sumergirse o derretirse – El mago se acercó a Ivor ofreciéndole un poco de té. Esta lo bebió sin mirarlo a los ojos. “Que se piensa… que me va a dar igual… ¡Maldita sea, esto está helado!” se decía ella con los ojos clavados en el infinito.

Oyó el típico crujido de cuello del mago y luego siguió contándole y aclarándole el recuerdo que le había mostrado:

-Un día empezó lo que llamamos el Primer Clismo, al principio no sabíamos si era el acido el que subía de nivel o la tierra la que se hundía. Los muelles y contenciones sucumbían al corrosivo océano, tras ellos los pueblos costeros. Comenzó en el sur donde el nivel es más bajo. Pero siguió ocurriendo en todo el litoral del continente y de las islas. Para muchas de ellas no hubo remedio alguno. Pensábamos que pararía algún día. Nos limitamos a evacuar las aldeas hacia el interior. Muchos no lo consiguieron… éramos pocos, no supimos afrontarlo a tiempo… mil son las excusas que me repito a diario para soportar la carga.

Era esa la razón de no contarlo. Ella lo sabía… El orgulloso Ghonn tenía una mancha en su pasado. Una gran mancha de sangre y acido de la que se sentía culpable. “tiene los ojos humedecidos… no lo puedo creer” se dijo para sí.

-Pero llegó el Segundo Clismo, había terremotos a diario y no iba más lenta la inmersión del terreno sino al contrario. Entre los cuatro expusimos mil ideas inverosímiles algunas, geniales otras. Ni unas ni otras es que fueran buenas o factibles. Excepto la que elegimos… - Lo vio tragar saliva unas cuantas veces antes de que pudiera seguir hablando. Nunca lo vio afectado por algo de aquella forma. – Reunimos a los diez clanes de los enanos, explicamos la situación. Necesitábamos que construyeran el mayor número de columnas de la piedra mas dura de de sus minas. Grandes y enormes columnas, aceptaron y dejaron sus eternas “guerras” de clanes para la cruzada que se les encomendó. Crono hizo cálculos, sabes lo hábil que es para esas cosas, no aguantaría demasiado ¿solución? – Se encogió de hombros – El mismo la obtuvo en esos sueños raros que tiene. Nos presentamos con Aris ante los elfos, ellos y sus fraguas tendrían que recubrirlas, protegerlas y reforzarlas. Aceptaron gustosos aunque unir su “don” al de los enanos no les hacía demasiada ilusión. Morir en el océano les hacía menos – alzó las cejas en una pose tragicómica.

La noche iba avanzando mientras los dos estaban en aquella antigua sala circular, bajo la cúpula. El tiempo parecía transcurrir muy deprisa, pensaba Ivor al notar que la temperatura bajaba levemente. Las penumbras siempre le habían agradado pero aún así fue en busca de un candelabro a los viejos muebles que restaban aún allí. Encendió varias velas semi-fundidas con la llama del que alumbraba la mesa central y volvió al relato de su mentor. El cual encendió su pipa… “casi había olvidado ese olor…” y prosiguió:

-El plan era introducir esas columnas bajo el suelo a una profundidad considerable. Muy al interior del continente., para que la tierra frenase al incansable acido y no fueran corrompidas. Estas mantendrían a flote una porción de tierra suficiente para poner a salvo a casi… toda la gente de este mundo. Luego venían las dificultades. La más importante de todas: cómo conseguir llegar al subsuelo. Pensamos en seres capaces de cavar rápido y luego en seres que pudiesen instalar las columnas allí aguantando esas altísimas temperaturas. Los grandes alados.

Ivor puso esa cara tan típica de ella con los labios arrugados y la boca torcida. Quería saber más sobre los dragones. Siempre la apasionaron esos cuentos. Y ahora se sentía engañada… por su ser más cercano. No eran cuentos.

-Exacto – prosiguió el – Existían. Los había de muchas razas: negros, dorados, grises… y variantes de ellas, pero todas estaban gobernadas por los grandes dragones rojos. Los señores del cielo. Recuerdo sus enormes cuerpos recubiertos de escamas tan rojas que semblaban rubíes. Al volar reflejaban los rayos luminosos haciendo que se tornasen de toda una gama de amarillos, naranjas y cobrizos. Sus enormes alas podían alcanzar hasta veinte varas de amplada. Con esas puntas huesudas en la parte superior de su cráneo, sin duda parecía una corona otorgada por la Naturaleza. -Estas visiones lo hacían sonreír. Ella lo envidió por ello.

Un carraspeo lo interrumpió, era ella impaciente por seguir y por qué no… también por acabar llevaban horas en esos sillones y ella había recorrido un largo camino muy deprisa para informar y ahora era la informada. Su estado de ánimo no era favorable pero por educación, honor y amor que le profesaba no medió palabra alguna que le pudiera ofender.

This entry was posted on miércoles, 17 de diciembre de 2008 at 9:09 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

2 comentarios

saciada la curiosidad de la segunda entrega...esperando la siguiente ^^

17 de diciembre de 2008, 9:35

Yo ya lo había leído, pero no cuenta para decir que está chulo ^^

17 de diciembre de 2008, 14:04

Publicar un comentario