Capitulo 1: Ghonn  

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La sala estaba totalmente en silencio. Los tres se miraban unos a otros esperando que hablara. Los había convocado con tanta urgencia, pues algo le estuvo rondando la cabeza toda la noche. Iferno hacía días que no dormía. Se podía notar en sus ojeras y aunque siempre llevaba un aspecto demacrado y pálido ahora se veía intensificado.

Ghonn sabía que tanto esfuerzo era más por aportar el la solución que no quedar en segundo plano. No lo había hecho apropósito pero hasta entonces le hacía sombra en todo. Iferno jamás se lo perdonaría.

Ghonn era más corpulento, bien parecido y había tenido mas suerte que su compañero de aprendizaje. Quizás no es que fuese más inteligente… pero su gran corazón y su tibio carácter hacían mucho para desbancar la balanza. Se incorporó y comenzó a explicar con su suave y templada voz característica que tanto molestaba a Iferno.

-Veamos, todas las soluciones posibles en este momento son sumamente drásticas- paró un segundo observando a sus comensales mientras les iba sirviendo otra taza de té, siempre fue de modales toscos pero corteses- por más que me estrujo el cerebro, no consigo hallar ninguna que pueda salvar a toda la población. Ya sabéis la que considero más factible. Es lenta estoy convencido que no llegaremos a tiempo.

-Cuanto más esperemos más bajas tendremos, hagamos algo pronto, sino somos raudos no quedará nadie a quien salvar querido Ghonn- Interrumpió Crono, estaba allí en su estado de nerviosismo habitual. Mordiendo sus uñas intercalándolas mientras su talón derecho golpeaba repetidamente la pata de esa vetusta mesa a la que estaban sentados los cuatro.

-Lo sabemos, pero mantener Tahedib a flote de los océanos es ardua tarea Crono. Los enanos no acabaran las columnas a tiempo y los elfos están agotando el metal de sus fraguas para reforzarlas. En estos momentos solo podremos salvar unos dos tercios de la superficie, sin contar con la que hemos perdido ya sucumbida en el ácido de los océanos.

Iferno se había levantado y caminó con solemne elegancia, se apoyó en el sillón de Ghonn:

-Veamos…- alzo una ceja de esas finas que casi parecían trazadas adrede - La montaña Eterna no se hundirá, según nuestros cálculos, acogeré en mi fortaleza a todos cuantos lleguen pidiendo auxilio. La comarca de los Hyphires también quedará a flote, que los seres alados emigren hacía a ella. A esa laberíntica isla el resto no podría llegar. Los demás tendrán que ser juntado en el centro del valle. Los que no lleguen a tiempo… bueno la propia naturaleza hará su selección.

-Y como siempre no será justa- Apuntó la única bruja de la reunión, antes inmersa en sus pensamientos mirando la taza de té servida por el anfitrión. Arqueó la cabeza tanto que su oreja casi reposaba con el hombro y su larga trenza blanca resbaló por el hombro contrario. Su voz melancólica siempre agradó a Ghonn – Salvará al azar como siempre lo ha hecho, se divierte, para ella es solo un juego más. El criterio no serán los más fuertes o los más rápido o los más nobles… sino los que estén más cerca de un sitio que ni siquiera ella ha elegido…

El sereno mago escuchó el alegato de Aris y no pudo evitar sonreír. Lo que realmente le preocupaba era como sacaría tras el cataclismo a la gente de la montaña de Iferno. Porque sí había acudido al encuentro aunque los otros tres lo dudaban. Pero el no hacía nada que no le proporcionara un beneficio y según el punto de vista de Ghonn, el precio solía ser extremadamente alto o cruel. Seguro que tramaba algo. Pero no tenía tiempo de resolverlo ahora, lo solucionaría en su momento. Organizar el traslado de millares de personas al valle de Xaním no era tarea fácil, con la premisa de proteger a los más débiles ya se convertía en algo sumamente escabroso. Debía instalar el Pacto de Hermanos.

El segundo paso era transportar las columnas al subsuelo. Crono solucionó esa parte semanas atrás haciendo un trato con los dragones, ellos cavarían el túnel con la ayuda de numerosos golems e introducirían las columnas al interior de la tierra, en su capa externa para que quedara a flote el mayor número de leguas posibles; eran los únicos seres aparte de los magos que aguantarían esas temperaturas del interior de Tahedib. A cambio cesarían las cazas de dragones por parte de los ejércitos del norte para conseguir sus anheladas gemas dorsales y escamas muy valoradas por su dureza. Ghonn se ocuparía de que así fuera, sería otra dura promesa a cumplir… pero ya divagaría la forma de llevarla a buen término.

Un bello animal de plumaje blanco entró por la circular ventana de la cúpula de la sala. El castillo del Masticore (1) no tenía ventanas ni puertas exteriores, para acceder a su patio tras las altísimas y lisas murallas era através de un grueso muro o volando. Fue hogar de Ghonn y de sus antepasados hacia siglos. El mago águila así lo llamaban alguno otro el mago león… parte de ambos tenía en su alma sin duda. Glift el águila se posó dulcemente sobre su hombro y parecía susurrar a su oído. El ojo sano del hombre, pues en el otro lado solo quedaba una profunda cicatriz, se abrió muy sorprendido.

-¡Premura señores, empiezan los temblores y el suelo de las tierras sureñas ya resquebraja, no podemos perder ni un instante! ¡Ciñámonos a los que podemos hacer ya nos lamentaremos de lo que no podemos más adelante!- se puso en pie señalo con su dedo índice – Aris, encárgate del suministro de agua como planeamos, pero hazlo ya. Coge a las hordas de guerols (2) y congela con su aliento toda la cordillera noroeste al máximo, eso debe bastar para que haya agua suficiente de deshielo y se cree un ciclo constante de lluvias, ríos, lagos y nuevas nubes. Los vapores del acido calientes no las dejaran salir del terrero hacia los océanos eso nos ayudará a no perderlas.

Se giró a Iferno con un semblante más serio:

-Reúne al mayor número de supervivientes en tu Fortaleza allá en la montaña y sus alrededores no importa que estén en a la intemperie. Reuníos conmigo y con Crono en la abertura norte del túnel al subsuelo, estaremos esperándoos. Esos dragones no podrán acabar a tiempo solos… son muy pocos. Las columnas son transportadas por el resto de golems hacía el norte. Dejaremos la sur para emergencias, no nos podemos arriesgar a usarla, es posible que cuando lleguemos no quede ni la mitad del Reino de los Huesos.

Ghonn acabó despegando las manos de la cabeza de Ivor y se recostó en su sillón de madera agotado. Vio como la joven miraba a su alrededor. Estaba en el mismo escenario de todo lo que había vivido en las horas anteriores. Todo se desvanecía. Era la misma sala pero ya no estaban los cuatro magos, solo el y los años habían pasado por su rostro, demasiados años…

Ahora llevaba un gracioso bigote acaracolado en las puntas y el pelo no era tan negro como en su visión pero algo más largo. Pasaba de sus hombros. La sala había perdido color y no solo porque fuera de noche. En el reflejo del cristal veía a una joven de orejas puntiagudas bastante más grandes que las de un elfo, con la piel blanca y un vestido rasgado. Su cabello rojizo si era como el recordaba. Esos tirabuzones acariciaban sus hombros y bajaban por la espalda hasta el cinto de donde colgaban una espada y dos dagas. Ella giró y pudo ver los ojos vidriosos de la hyphire (3). No conseguían centrarse, su mente parecía ir asimilando la información pero sabía que empezaría con el torbellino de dudas.


This entry was posted on martes, 16 de diciembre de 2008 at 9:02 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

1 comentarios

Lo confieso...quiero mas ^^.

Una fiel seguidora y fan incondicional.

16 de diciembre de 2008, 9:32

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